No sabía donde estaban -me dijo-, ni siquiera sabía que estaban. Eran muchas y muy pequeñas. Poco a poco, durante los diez meses de lucha, fueron poblando mi cuerpo.
Al principio casi no se notaban, pero poco a poco empecé a sentirme más y más cansado. Los esfuerzos cotidianos empezaron a hacerse penosos.
Lo achacaba a otras cosas, buscaba razones. Indagaba en mis costumbres, en mis acciones.
Quise acostumbrarme a vivir con ello, pero no podía. Me faltaba energía.
Llegó el momento en el que empezó a afectar a las personas que tenía alrededor.
Fueron, sin embargo, las mismas heridas causantes de aquel mal las que me salvaron. Porque cuando iba a echarlo todo a perder, me hicieron caer al suelo, derrotado. Vencido.
Entonces las vi y lo comprendí todo.
Es difícil curar las heridas cuando no sabes que las tienes.
27.3.06
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3 comentarios:
Qué bonito...
Y qué cierto...
Pero las heridas cicatrizan, aunque tú no las ves, ellas solitas se curan con el paso del tiempo ;)
Y alguien me dijo que estuviste el viernes en el barril :SSSSS
(y yo no te vi)O_o
Bueno, nos eremos en la Macro, ¿no?
;)
Este blog está ultimamente muy accidentado.. Menos mal que a ti te veo bien! porque yo si te veo, no como otras, jaajjjaaja.
muacka!
Pos sí, Cometa, estuve con Flor de Sueño y Rayo en el barrilillo, aunque me escapé a la francesa (nunca mejor dicho, tres bien!)
Macro...botellona?
Bueno, nos veremos más bien en el Festival, que curro el lunes :(
Ya ves si nos vemos, Flor, casi tos los días! Y mañana te espero en casa pa comer!!
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