El hormigón brilla a veces por el agua que cayó. Hormigón, metal, chapa y suciedad, lo que deja ver la noche.
Edificios raros, extensiones sin detalle. Alguna luz.
Destellos en el cristal de la ventana del autobús donde apoyo mi cabeza.
La suya está en mi hombro, mientras atravesamos los últimos polígonos industriales de Madrid.
La gente del bus se resiste a dormir. Se escuchan animadas charlas en varios idiomas.
"¡Van a despertarla!" pienso. Supongo que no son conscientes de nuestro cansancio y no tienen la culpa.
Ella se acomoda y yo le beso la frente. Froto suave mi mano contra su brazo. Todos los fines de viaje suelen ser así, mezcla de melancolía y ternura. Es el final del sueño y la vuelta a la realidad. La mente esta fuera de los esquemas cotidianos y, poco a poco, vuelve. Pensando me quedo dormido.
7.3.06
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4 comentarios:
Después de un viaje intenso, la mente se prepara a dormir en el vano de lo cotidiano después de haber estado realmente viva: sólo viajar es vivir, el resto es puro sucedáneo.
O tal vez sólo cambiar es vivir y si viajáramos siempre acabaríamos por dormir la cabeza en el cristal también de lo ya aburrido por cotidiano.
En cualquier caso, nos ha metido usté en ese bus con sencillez y honestidad, hemos vuelto también del viaje. Gracias!
P.S.: Vaya arranque guapo de punteo, Maese...
Una vuelta complicailla...pero tuvo su gracia!! :)
Que potito...
Hum.. Inwit dijo todo lo que yo hubiera dicho (y algunas cosas mas, jajaajja). Me encanto esta vuelta a casa, casi me he personificado yo en un autobus como ese.
Un abrazo Luigi, que macuerdo un monte de vos! XD
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