Más cambios y que viva el 2007. Si hace menos de un mes cambiaba de trabajo, ahora me toca cambiar de piso.
Y qué piso.
Si os fijais en la imagen, la flechita apunta como a la azotea de un edificio. Es en efecto la azotea de un edificio de 10 pisos.
Es mi terraza!!
Una enooooorme terraza donde -sííí, claaaaro que sí- vamos ha hacer muchas fiestecillas que no?
Pues eso, mi futuro domicilio es el ático que deja libre una excompañera de trabajo. Ya es oficial y sólo queda hacer los correspondientes papeleos y una estupenda mudanza. No me voy muy lejos, por cierto, sigo en el Zaidín.
Se cierra así el ciclo Juan Cristóbal que empezó hace casi dos años (y que ya os contaba entonces aqui, aquí y aquí también).
¿Qué más trae el 2007?
21.2.07
12.2.07
Atenzió, concentrazió
Bueno: ir a Madrid a ver un concierto de BandaBardò
Muy bueno: ...y que los mismos BandaBardò te regalen la entrada y hables con ellos
Cojonudísimo: ...y que te inviten a subir al escenario a cantar (y bailar) Beppeana con ellos, y te presenten como "desde Granada, nuestros amigos hermanos de La Barca della Sua"
6.2.07
Lisboa (IV)
(Toda IV tiene una III, una II y una I)
.lisboa
Lo primero que hicimos fue reservar sitio en el albergue juvenil. La habitación con dos literas que nos dieron, aunque compartida, era gloria bendita comparada con el agujero de la noche anterior.
En el balcón, un japonés tendía calcetines. Se puso muy contento cuando vio a Raúl.
Cuando nos pusimos a hablar con él, descubrimos que no hablaba ni español, ni portugués ni inglés. Debió suponer que Raúl hablaba japones y que al fin iba a poder expresarse en su lengua materna.
Haciendo malabarismos dialécticos nos contó que venía de recorrer España entera él solo y que ahora estaba haciendo lo propio con Portugal. Le dijimos que eramos de Granada y nos dijo que también había estado allí. A saber la de timos, sablazos y triquiñuelas que nuestros paisanos le habrían hecho al pobre, pensamos.
A nosotros por lo pronto, el taxista de la noche anterior nos había hecho pasar cuatro veces por la misma calle, tal y como descubrimos callejeando un poco a plena luz del día.
.turistas
Nos lanzamos a hacer el turista por la ciudad.
Si le preguntas a alguien que haya estado en Lisboa qué es lo más destacable, el momumento imprescindible o el sitio que no te puedes perder, seguramente no te sabrá contestar.
Lisboa es bella toda ella -qué rima tan estúpida-, son bellas sus calles, sus barrios, su aire entre moderno y decadente, su latir como urbe, sus tranvías...
Hay que sentarse en mitad de la Plaça do Comerço, subir Restauradores, pasar por la bella estación de Rossio, subir el funicular de Chiado, pasear por la Alfama... (1)
De todo un poco hicimos aquel día. La tarde nos cayó pronto en Belem, y a eso de las once de la noche decidimos volvernos al albergue. En metro. Craso error.
.el metro de Lisboa a las 23 horas es cosa mala
No nos extrañó no encontrarnos mucha gente en el metro. Tampoco que apareciera una señora mayor, borracha y con un vestido blanco, que nos hablaba y cantaba alternativamente, y cuyo pecho izquierdo amenazaba con salirse a cada énfasis.
Nos subimos en un vagón hasta Marqués de Pombal donde debíamos cambiar para ir a Picoas. Nos sentamos en el anden vacío a esperar.
En esto que aparecen cinco pakistanís y se nos sientan justo al lado.
Cincuenta sillas vacías. Tres veinteañerillos españoles con cara de turista y cinco pakistanís justo al lado sin parar de mirarlos.
Raúl era el más próximo a ellos y el que más al tanto estaba de la situación. Decidió -nos contó esto después- ponerse a apretar los puños de forma amenazadora para amedrentarlos un poco. Pero cuando levantó uno de los puños, la manga de la camisa bajó, dejando al descubierto su flamante reloj Swatch de aluminio.
Llegó el metro y nos subimos. En el mismo vagón se subieron ellos. Mientras Raúl le daba a David la VISA para que se la metiera en los calzoncillos, yo seguía un poco ajeno a todo aquello.
-Esta es nuestra parada -planeaba Raúl- vamos a hacer como que nos bajamos para que se bajen ellos y nos los quitamos de encima.
Nos acercamos a la puerta. Para el tren. Hacemos el amago y nos sale, ellos se bajan.
Y yo... me bajo también -qué demonios, esta es nuestra parada. David y Raúl me miran desde dentro del vagón con cara de pánico. En el último momento, se bajan también.
No fui muy consciente de mi error hasta que no nos vi corriendo escaleras arriba perseguidos por ellos. Nos iban a pegar el palo de nuestras vidas.
Pero al llegar al un rellano... creo que nunca me he alegrado tanto de ver a la policía.
Nos quedamos parados junto a los tres agentes como niños en las faldas de sus madres y los vimos pasar. Ellos nos miraron fijamente con una mirada de "vaya suerte que habéis tenido mamoncetes".
-Luigi, te mato
(Continúa AQUÍ)
(1) Sobre el urbanismo de Lisboa
.lisboa
Lo primero que hicimos fue reservar sitio en el albergue juvenil. La habitación con dos literas que nos dieron, aunque compartida, era gloria bendita comparada con el agujero de la noche anterior.
En el balcón, un japonés tendía calcetines. Se puso muy contento cuando vio a Raúl.
Cuando nos pusimos a hablar con él, descubrimos que no hablaba ni español, ni portugués ni inglés. Debió suponer que Raúl hablaba japones y que al fin iba a poder expresarse en su lengua materna.
Haciendo malabarismos dialécticos nos contó que venía de recorrer España entera él solo y que ahora estaba haciendo lo propio con Portugal. Le dijimos que eramos de Granada y nos dijo que también había estado allí. A saber la de timos, sablazos y triquiñuelas que nuestros paisanos le habrían hecho al pobre, pensamos.
A nosotros por lo pronto, el taxista de la noche anterior nos había hecho pasar cuatro veces por la misma calle, tal y como descubrimos callejeando un poco a plena luz del día.
.turistas
Nos lanzamos a hacer el turista por la ciudad.
Si le preguntas a alguien que haya estado en Lisboa qué es lo más destacable, el momumento imprescindible o el sitio que no te puedes perder, seguramente no te sabrá contestar.
Lisboa es bella toda ella -qué rima tan estúpida-, son bellas sus calles, sus barrios, su aire entre moderno y decadente, su latir como urbe, sus tranvías...
Hay que sentarse en mitad de la Plaça do Comerço, subir Restauradores, pasar por la bella estación de Rossio, subir el funicular de Chiado, pasear por la Alfama... (1)
De todo un poco hicimos aquel día. La tarde nos cayó pronto en Belem, y a eso de las once de la noche decidimos volvernos al albergue. En metro. Craso error.
.el metro de Lisboa a las 23 horas es cosa mala
No nos extrañó no encontrarnos mucha gente en el metro. Tampoco que apareciera una señora mayor, borracha y con un vestido blanco, que nos hablaba y cantaba alternativamente, y cuyo pecho izquierdo amenazaba con salirse a cada énfasis.
Nos subimos en un vagón hasta Marqués de Pombal donde debíamos cambiar para ir a Picoas. Nos sentamos en el anden vacío a esperar.
En esto que aparecen cinco pakistanís y se nos sientan justo al lado.
Cincuenta sillas vacías. Tres veinteañerillos españoles con cara de turista y cinco pakistanís justo al lado sin parar de mirarlos.
Raúl era el más próximo a ellos y el que más al tanto estaba de la situación. Decidió -nos contó esto después- ponerse a apretar los puños de forma amenazadora para amedrentarlos un poco. Pero cuando levantó uno de los puños, la manga de la camisa bajó, dejando al descubierto su flamante reloj Swatch de aluminio.
Llegó el metro y nos subimos. En el mismo vagón se subieron ellos. Mientras Raúl le daba a David la VISA para que se la metiera en los calzoncillos, yo seguía un poco ajeno a todo aquello.
-Esta es nuestra parada -planeaba Raúl- vamos a hacer como que nos bajamos para que se bajen ellos y nos los quitamos de encima.
Nos acercamos a la puerta. Para el tren. Hacemos el amago y nos sale, ellos se bajan.
Y yo... me bajo también -qué demonios, esta es nuestra parada. David y Raúl me miran desde dentro del vagón con cara de pánico. En el último momento, se bajan también.
No fui muy consciente de mi error hasta que no nos vi corriendo escaleras arriba perseguidos por ellos. Nos iban a pegar el palo de nuestras vidas.
Pero al llegar al un rellano... creo que nunca me he alegrado tanto de ver a la policía.
Nos quedamos parados junto a los tres agentes como niños en las faldas de sus madres y los vimos pasar. Ellos nos miraron fijamente con una mirada de "vaya suerte que habéis tenido mamoncetes".
-Luigi, te mato
(Continúa AQUÍ)
(1) Sobre el urbanismo de Lisboa
3.2.07
Lisboa (III)
(Ver antes la I y la II)
.donde sea pero dormir
A las tres y pico de la madrugada, no había sitio en el albergue. En inglés nos explicaron que había una pensión cerca de allí que cobraba lo mismo.
La recepción de aquella pensión también era bonita, y si que había vacancies.
-But you have to share the room with more people
-¿More people? ¿How many?
-Five.
Traduzco gentilmente: "Pero tenéis que compartir la habitación con más peña. ¿Cuántos húngaros más van a dormir con nosotros?. Cinco, dos piesne con perros y barbas, dos orondos violadores y un oligofrénico sarnoso".
-We also have rooms for three people.
-One for three, please.
-¿With bathroom?
-Yes
"También tenemos habitaciones para tres pringaos como vosotros. Danos una por lo que valga. ¿Con baño o preferís quitaros la roña que traéis a gargajos, trio de osos?. Va a ser que con baño"
Era sensiblemente más caro pero infinitamente mejor.
Buscando nuestra habitación descubrimos que, en aquella pensión, sólo era bonita la recepción. El resto era una mierda.
Cuando la encontramos descubrimos que el resto, así comparado, no era tan malo.
Una moqueta asquerosa tapizaba el suelo. Las paredes estaban pintadas -algunas más y otras menos- con un ocre pastosete. Una cama de matrimonio, un arco de medio punto, una cama pequeña, un armario polvoriento, y una cortina de hule al final. Tras ella estaba el baño, en la misma -¡en la misma!- estancia que el resto. Se podía usar el WC poniendo los pies en la cama, para que me entendáis.
Dentro del armario había tres almohadas con pelusas.
-Menos mal que hemos traído los sacos.
-Hombre, una ventana.
Cuando la abro y me encuentro un muro de ladrillo a medio metro, me da la risa tonta.
Pero eso no era lo peor.
Al rato nos fijamos que, junto a la cama individual, había un papelito con un número 3.
Qué curioso, la de matrimonio tiene un 1 en una esquina y un 2 en la otra.
Nos rascamos la barbilla para seguidamente abrir mucho los ojos:
Habitaciones compartidas. You have to share the room with more people.
Es decir, que si te decían, pongamos por caso, habitación 13 cama 2, tenías que entrar muy despacito por tu lado de la cama sin despertar al desconocido que dormía al otro lado... ¡En la misma cama!.
Qué bien que estaba aquella habitación al fin y al cabo.
Comimos un poco de fuet en plan julai y planeamos el siguiente día. Lisboa nos esperaba. Con el saco cerrado en plan momia, despedimos aquella jornada.
(Continúa AQUÍ)
.donde sea pero dormir
A las tres y pico de la madrugada, no había sitio en el albergue. En inglés nos explicaron que había una pensión cerca de allí que cobraba lo mismo.
La recepción de aquella pensión también era bonita, y si que había vacancies.
-But you have to share the room with more people
-¿More people? ¿How many?
-Five.
Traduzco gentilmente: "Pero tenéis que compartir la habitación con más peña. ¿Cuántos húngaros más van a dormir con nosotros?. Cinco, dos piesne con perros y barbas, dos orondos violadores y un oligofrénico sarnoso".
-We also have rooms for three people.
-One for three, please.
-¿With bathroom?
-Yes
"También tenemos habitaciones para tres pringaos como vosotros. Danos una por lo que valga. ¿Con baño o preferís quitaros la roña que traéis a gargajos, trio de osos?. Va a ser que con baño"
Era sensiblemente más caro pero infinitamente mejor.
Buscando nuestra habitación descubrimos que, en aquella pensión, sólo era bonita la recepción. El resto era una mierda.
Cuando la encontramos descubrimos que el resto, así comparado, no era tan malo.
Una moqueta asquerosa tapizaba el suelo. Las paredes estaban pintadas -algunas más y otras menos- con un ocre pastosete. Una cama de matrimonio, un arco de medio punto, una cama pequeña, un armario polvoriento, y una cortina de hule al final. Tras ella estaba el baño, en la misma -¡en la misma!- estancia que el resto. Se podía usar el WC poniendo los pies en la cama, para que me entendáis.
Dentro del armario había tres almohadas con pelusas.
-Menos mal que hemos traído los sacos.
-Hombre, una ventana.
Cuando la abro y me encuentro un muro de ladrillo a medio metro, me da la risa tonta.
Pero eso no era lo peor.
Al rato nos fijamos que, junto a la cama individual, había un papelito con un número 3.
Qué curioso, la de matrimonio tiene un 1 en una esquina y un 2 en la otra.
Nos rascamos la barbilla para seguidamente abrir mucho los ojos:
Habitaciones compartidas. You have to share the room with more people.
Es decir, que si te decían, pongamos por caso, habitación 13 cama 2, tenías que entrar muy despacito por tu lado de la cama sin despertar al desconocido que dormía al otro lado... ¡En la misma cama!.
Qué bien que estaba aquella habitación al fin y al cabo.
Comimos un poco de fuet en plan julai y planeamos el siguiente día. Lisboa nos esperaba. Con el saco cerrado en plan momia, despedimos aquella jornada.
(Continúa AQUÍ)
1.2.07
Lisboa (II)
(ver antes Lisboa (I))
Llevábamos allí más de una hora y varias cosas nos preocupaban, a saber:
-Yo la mato.
."Rúa Andrade Corvo 46. Pousada de Juventude"
Esto era todo lo que sabíamos y eran las tres de la madrugada. Nos subimos al coche.
-Preguntando se llega a Roma
La única persona que encontramos para preguntarle resultó ser un borracho que nos respondió algo ininteligible. Creo que insultaba a los españoles en general o a nosotros en particular.
Sabíamos -gracias a Raúl- que, si le preguntábamos a un taxista, nos iba a decir que le siguiéramos y nos iba a cobrar la carrera. Pero después de dar varias vueltas no nos quedó otra opción.
-Después, pues nos vamos pitando - decía David. Sí, pitando.
Pitando nos llevó el taxista detrás suya. Callejeando Lisboa a 80 por hora por los empedrados para no perder al fitipaldi. Creo recordar que me culeó el Clío en alguna curva.
Al final para, pita y señala un edificio. Allí era, en una calle sin salida.
El no se iba y nosotros no salíamos del coche.
-¿Qué hacemos?
-No tenemos escudos
-Bueno, voy, le doy las gracias y me hago un poco el tonto a ver.
A ver que otra nos quedaba. David salió y le dió dos palmaditas en la espalda al taxista
-¡Moito obrigado!
-Mil quinientos escudos
...
-¡Moito obrigado!
No funcionaba.
(algo así pero en portugués muy cabreao) -Dame mil quinientos escudos, eu estoy traballando, mil quinientos escudos, esta es a rúa Andrade Corvo
-No escudos
-¿No escudos?
-No escudos, pesetas
Chungo. Raúl y yo, desde el coche, veíamos muy mal el curso de las negociaciones.
-¿Pesetas? Dame mil quinientas pesetas
No nos salió muy bien el cambio de divisas, pero salimos de aquella.
El albergue era bonito y estaba en un barrio tranquilo.
-No vacancies.
(Continúa AQUÍ)
Llevábamos allí más de una hora y varias cosas nos preocupaban, a saber:
- ¿Dónde coño vamos a dormir esta noche? Se nos empezaban a cerrar los ojillos, el viaje había sido bastante agotador.
- ¿Estas copas no tendremos que pagarlas no? Porque no teníamos escudos (sí, queridos niños, el amigo eypo no estaba todavía en circulación). Yo me veía ya explicándole a los porteros eso de la europa unida y el mercado común entre ostia y ostia. Además, seguíamos mosqueaillos con lo del cartoncito de la puerta.
-Yo la mato.
."Rúa Andrade Corvo 46. Pousada de Juventude"
Esto era todo lo que sabíamos y eran las tres de la madrugada. Nos subimos al coche.
-Preguntando se llega a Roma
La única persona que encontramos para preguntarle resultó ser un borracho que nos respondió algo ininteligible. Creo que insultaba a los españoles en general o a nosotros en particular.
Sabíamos -gracias a Raúl- que, si le preguntábamos a un taxista, nos iba a decir que le siguiéramos y nos iba a cobrar la carrera. Pero después de dar varias vueltas no nos quedó otra opción.
-Después, pues nos vamos pitando - decía David. Sí, pitando.
Pitando nos llevó el taxista detrás suya. Callejeando Lisboa a 80 por hora por los empedrados para no perder al fitipaldi. Creo recordar que me culeó el Clío en alguna curva.
Al final para, pita y señala un edificio. Allí era, en una calle sin salida.
El no se iba y nosotros no salíamos del coche.
-¿Qué hacemos?
-No tenemos escudos
-Bueno, voy, le doy las gracias y me hago un poco el tonto a ver.
A ver que otra nos quedaba. David salió y le dió dos palmaditas en la espalda al taxista
-¡Moito obrigado!
-Mil quinientos escudos
...
-¡Moito obrigado!
No funcionaba.
(algo así pero en portugués muy cabreao) -Dame mil quinientos escudos, eu estoy traballando, mil quinientos escudos, esta es a rúa Andrade Corvo
-No escudos
-¿No escudos?
-No escudos, pesetas
Chungo. Raúl y yo, desde el coche, veíamos muy mal el curso de las negociaciones.
-¿Pesetas? Dame mil quinientas pesetas
No nos salió muy bien el cambio de divisas, pero salimos de aquella.
El albergue era bonito y estaba en un barrio tranquilo.
-No vacancies.
(Continúa AQUÍ)
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