Si te vienes conmigo quemaremos el mundo
y desamortizaremos el cielo
amarraremos nuestras naves para besar el suelo
desenvainaremos los sueños, libres y ciertos
para decapitar con ellos el orden y el tedio.
El viento en la cara, decia el marinero, es mi sustento.
Quiero levantarme cada dia con el canto de un ave distinta
quiero pronunciar "amigo" en miles de lenguas
quiero encontrar sitios que el mundo no recuerda
¿Qué me dices entonces? ¿vendrás conmigo?
30.3.05
21.3.05
Al fin llegó
Hoy nos ponemos profundos, pero es que acaba de entrar la primavera y, ya se sabe...
Cuando el invierno pierde sus dientes de leche
y abre un día los ojos sacudiendo el sopor y la nieve
descubre perplejo que le ha nacido una flor del vientre.
Se miran un rato en silencio, confundido él, risueña ella
entre sus manos frías y quietas, baila una danza lenta.
Un cosquilleo sacude entonces el cuerpo tendido como un sueño leve
y nace lenta la hierba en su pecho, sus brazos, su vientre
"esto debe ser" piensa,
"que ya me ha crecido la primavera"
Cuando el invierno pierde sus dientes de leche
y abre un día los ojos sacudiendo el sopor y la nieve
descubre perplejo que le ha nacido una flor del vientre.
Se miran un rato en silencio, confundido él, risueña ella
entre sus manos frías y quietas, baila una danza lenta.
Un cosquilleo sacude entonces el cuerpo tendido como un sueño leve
y nace lenta la hierba en su pecho, sus brazos, su vientre
"esto debe ser" piensa,
"que ya me ha crecido la primavera"
10.3.05
No me lo puedo ni de creer
Ole mi...
Señoras y señores...
Acaban de darme la noticia...
¡¡¡HE APROBADO TEORÍA DE ALGORITMOS!!!
Y el lector ocasional diría "bueno y qué", pero, ¿y si les dijera que es uno de los huesos más duros de roer de mi carrera? ¿que llevo nosecuantos años presentándome? ¿que ya sólo me quedan dos troncales para acabar?
Pues eso, que estoy emocionao, y que esto hay que celebrarlo ¡os debo a todos una cerveza!
Y si hoy me pagan lo que me deben en el trabajo, que es hasta posible, prometo grrrrande fiesta (acento rrruso) de celebración. Si eso pasa me reconoceréis por la calle: seré el que va flotando a tres palmos del suelo.
Yeeeeeaaaaah subidón subidón subidóooon
7.3.05
Varios asuntos
Para los que leyeron en su día el post La verdad se quedó ahí fuera, lo mismo os quedasteis con la duda sobre cómo es el monasterio y dónde está.
Pues bueno, aqui tenéis una foto de la entrada. ¿Y el coche de policía? pues que estaban los agentes echando el domingo dentro ¡probando puntería! los disparos resonaban por todo el valle.
Quizá algunos hayais reconocido el sitio, es conocido como Cortijo de Jesús del Valle. Pues que sepáis que originalmente fue un monasterio, y es muy curioso visitarlo por dentro. Eso sí, con cuidado, que algunos suelos y algunos techos están un poco chungos.
De todas maneras, cuando volvamos a intentar contactos con el más allá pondré más fotos.
Esta la eché ayer que pasé por allí con la bici, pero esa es otra historia -llena de barro, sol, perros furiosos y ríos caudalosos- que contaré más adelante cuando tenga el resto de las fotos.
1.3.05
Atrapados en el Puerto de la Mora
Sobre las cuatro horas que pasamos el lunes atrapados en la nieve
Vaya percal
La verdad es que cuando comenzamos el regreso a casa desde Valencia sabíamos que no iba a ser fácil, que la cosa estaba muy fea, pero, ¿Qué remedio nos quedaba?. Un buen par de cadenas, paciencia y prudencia, poco más podíamos hacer.
Nada más entrar en Andalucía nos sumergimos dentro de un manto blanco de niebla y nieve, que por fortuna aún se mantenía fuera del asfalto, y nos permitía circular a 80km/h. Todos los conductores prudentes íbamos en fila unos detrás de otros siguiendo la estela de los neumáticos, y algunos fitipaldis iban por el carril derecho echando mistos como si allí no pasara nada -alguno de ellos serían los que vimos en la cuneta más adelante, seguro-.
Pasamos Guadix y, a los pocos kilómetros, llegamos a la primera retención, donde aprovechamos para poner las cadenas. Ninguno las habíamos puesto antes, pero no tuvimos demasiados problemas, nada más que los justos y necesarios para ser la diversión de los ocupantes de los vehículos vecinos. Dos niñatas enteraíllas se asomaron al final de todo el proceso para decirnos que se ponían en las ruedas de detrás. No. Guapa, vuelve a leerte el librillo de la Autoescuela -allí, bajo la nieve y con las manos congeladas, me tocaron mucho los huevos ¿se nota mucho?- y verás que se ponen en las ruedas motrices que, en nuestro caso, eran las delanteras.
Pasaban las horas y no avanzábamos más que unos cientos de metros, rodeados de coches y nieve. Algunas veces teníamos que echarnos a la cuneta para dejar paso a las quitanieves, y tras ellas intentábamos colarnos para avanzar unos metros. Estas pirulas eran bastante peligrosas, teniendo en cuenta que los coches no frenaban con la nieve. Aun así, una señora con su todoterreno nos salió al paso por las bravas -menos mal que teníamos cadenas- ganándose nuestros más vehementes epítetos. Todo este caos estaba aderezado por los aromas internos de nuestro vehículo -ibamos amigos de toda la vida y ya sabéis... la confianza da asco-, la ventisca y la noche que caía sin que aquello tuviera pinta de solucionarse.
Cerca de las 9 de la noche llegamos al punto problemático: un camión había patinado y se había cruzado, provocando las cuatro horas de retención de las que habíamos sido víctimas. Poco despues ya estabamos en Granada, afortunadamente, ya que, según vimos en las noticias, el resto de los conductores no tuvieron tanta suerte.
Vaya percal
Nada más entrar en Andalucía nos sumergimos dentro de un manto blanco de niebla y nieve, que por fortuna aún se mantenía fuera del asfalto, y nos permitía circular a 80km/h. Todos los conductores prudentes íbamos en fila unos detrás de otros siguiendo la estela de los neumáticos, y algunos fitipaldis iban por el carril derecho echando mistos como si allí no pasara nada -alguno de ellos serían los que vimos en la cuneta más adelante, seguro-.
Pasamos Guadix y, a los pocos kilómetros, llegamos a la primera retención, donde aprovechamos para poner las cadenas. Ninguno las habíamos puesto antes, pero no tuvimos demasiados problemas, nada más que los justos y necesarios para ser la diversión de los ocupantes de los vehículos vecinos. Dos niñatas enteraíllas se asomaron al final de todo el proceso para decirnos que se ponían en las ruedas de detrás. No. Guapa, vuelve a leerte el librillo de la Autoescuela -allí, bajo la nieve y con las manos congeladas, me tocaron mucho los huevos ¿se nota mucho?- y verás que se ponen en las ruedas motrices que, en nuestro caso, eran las delanteras.
Pasaban las horas y no avanzábamos más que unos cientos de metros, rodeados de coches y nieve. Algunas veces teníamos que echarnos a la cuneta para dejar paso a las quitanieves, y tras ellas intentábamos colarnos para avanzar unos metros. Estas pirulas eran bastante peligrosas, teniendo en cuenta que los coches no frenaban con la nieve. Aun así, una señora con su todoterreno nos salió al paso por las bravas -menos mal que teníamos cadenas- ganándose nuestros más vehementes epítetos. Todo este caos estaba aderezado por los aromas internos de nuestro vehículo -ibamos amigos de toda la vida y ya sabéis... la confianza da asco-, la ventisca y la noche que caía sin que aquello tuviera pinta de solucionarse.
Cerca de las 9 de la noche llegamos al punto problemático: un camión había patinado y se había cruzado, provocando las cuatro horas de retención de las que habíamos sido víctimas. Poco despues ya estabamos en Granada, afortunadamente, ya que, según vimos en las noticias, el resto de los conductores no tuvieron tanta suerte.
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