27.4.06

El Grillo Color Luna (III)

Después de mucho tiempo guardada, he pensado que este sería un momento tan malo como cualquier otro para que vea la luz la tercera entrega de este relato. Si queréis poneros en antecedentes, aquí podeis ver la primera y la segunda

Decidí salir a dar un paseo para aclarar un poco mis pensamientos. Bajé a la calle y me dejé embriagar con los bulliciosos juegos de los niños, vigilados muy de cerca por las lustrosas ratas que ya le habían perdido el miedo a todo. Sus madres, mientras tanto, agitaban distraídas sus bolsos ante los borrachos que, con sus alegres cantos desafinados y torpes peleas, llenaban las horas crepusculares de mi barrio.

Mientras esquivaba instintivamente los botellazos, en mi mente seguía nítida la imagen de la mujer que había robado mi serenidad y mi raciocinio.

¿Por qué me había escogido a mi? En el fondo de mi subconsciente -ese rincon tan traicionero de la razón- crecía la fantasía ingenua de que el destino nos había unido y todo eso.

Ahora con el tiempo lo veo desde otra perspectiva y descubro lo imbécil que puede uno llegar a ser cuando le ciega una pasión desaforada y enfermiza. Tan imbécil y tan ciego que me había dejado encima de la mesa el sobre, sin comprobar ni siquiera su contenido.

Regresé corriendo a la oficina, entré y cerré la puerta con llave tras de mi. Saqué una vela del cajón, la encendí y la puse sobre la mesa. Usando una cáscara rancia de pipa a modo de abrecartas, rasgué el sobre y extraje su contenido.

Sobre mi mesa quedó un pequeño fajo de billetes junto a un dossier grapado. Conté el dinero: 90.000 pesetas en billetes de cinco mil. Se me escapó una sonrisa bobalicona y un par de babas. Guardé el dinero en el forro de la chaqueta y puse el dossier detrás de la luz de la vela.

El besugo que sonreía en la foto carnet debía ser el de los documentos. Si quieren que les diga la verdad, no me había enterado una palabra de todo este asunto. Es muy difícil mirar unos labios con deleite y a la vez entender lo que dicen (por lo menos es difícil para mí).

Julián Benitez, se llamaba. Venían también, además de todo lujo de detalles sobre su vida personal y profesional, los sitios que frecuentaba y las horas a las que lo hacía.

Dejé con decisión el dossier sobre la mesa sin dejar de mirar al frente, dispuesto a ejercer de nuevo la tarea para la que había nacido. Con tanto ímpetu, apagué la vela, lo cual, además de joder totalmente mi pose, me obligó a buscar a tientas por el suelo la caja de cerillas que también había tirado con el gesto. Al final la encontré al tacto: era lo único que no se movía.

Repasé el dossier y me planifiqué mentalmente para lo que me tocaría al día siguiente, que no era más que el pan nuestro de cada día de un detective: el seguimiento.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Jejejeje, sí, algo si que tuve que estrujar xDD

¿los rovers montan cruz?

Vaya!! xDD A mí hoy me han dicho que la Cruz del Fénix también ha pinchado, y ya me hacía yo ilusiones con esto del monopolio xDDD

Jum, bueno, un poco de competencia nunca viene mal...
Es coña ;)

A ver si es verdad que te pasas!!
:)

muack!

Anónimo dijo...

*oÑo!!

¿A Cájar?

¡¡¿¿Pero por qué se van tan lejos??!!Que allí no podemos ir a verlos!!!:SSSSSSSS

Yo estaré en caja con los billetes ^^ que tienen menos grasa y te ensucias menos xDDD

;)

A divertirse!!

Anónimo dijo...

Con los Happiness dices?
como bien puedes observar en mis dos ultimas fotos, soy una tia versatil: a veces una punkarra con cara de groarrr (?) y otras una dulce florecilla.

JuaSssJuAAsjUUaAs!!!

Anónimo dijo...

Sielos, no había leído nada de estos relatos... ¡y estoy completamente enganchada! Más! Más!!

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